viernes, 3 de septiembre de 2010

Le llegó la hora a Colombia

 
 
Es la percepción de los militares, que durante el ministerio de Santos jamás se contó ni con su apoyo ni con la debida justicia que debía emanar de la cartera de Defensa.
 
Hoy se cumplen 24 días del gobierno de Juan Manuel Santos, y han sucedido muchas cosas.

Unas buenas y otras no tanto. Juan Manuel Santos fue elegido gracias a que más del 85% de los colombianos votamos por la continuidad y el afianzamiento de la seguridad democrática del presidente Uribe.

Santos alcanzó poco más de 9 millones de votos conseguidos en gran medida por la labor de Álvaro Uribe Vélez, en cuyo gobierno estuvo de ministro de Defensa.

Es importante mencionar que Santos nunca fue querido por nuestras Fuerzas Militares.

Y con razón. Les acabó el fuero militar a los soldados, los entregó en manos de la justicia pro fariana, permitió que fueran humillados ante organismos internacionales de "Derechos Humanos" que los acusaron de asesinos; prácticamente aplastó al Ejército sirviéndolo en bandeja de plata a los enemigos.

Es la percepción de los militares, que durante el ministerio de Santos jamás se contó ni con su apoyo ni con la debida justicia que debía emanar de la cartera de Defensa.

Con ese apoyo de los militares y sus familias en ceros, Santos inició su campaña presidencial. Y habría seguido en ceros si la labor febril y convencida de un hombre no hubiera logrado darles un giro a las reservas militares y sus familias, muchas de ellas víctimas del mismo Santos.

Ese hombre que nos convenció a los incrédulos de apoyar a Juan Manuel Santos se llama Gustavo Adolfo Muñoz Roa.

Fue dura su lucha porque la deuda de Santos con los militares era enorme:

Los oficiales inocentes que despidió acusándolos de falsos positivos, el montaje contra el Almirante Arango Bacci que puso preso a este digno oficial y que luego la justicia obligatoriamente tuvo que reconocer como una víctima inocente, el boicot contra la Justicia Penal Militar, la inequidad en salarios, el abandono de los militares acusados impúdicamente por los enemigos, la desidia con quienes estaban en cárceles, la falta de garantías y el desconocimiento del derecho de ellos al debido proceso, la apatía frente a oficiales perseguidos por los hechos del Palacio de Justicia, como el coronel Plazas Vega y el general Arias; y el del general Uscátegui, otro perseguido por el grupo de abogados Alvear Restrepo cuyos integrantes están fuertemente ligados a la guerrilla del M-19, la misma que se tomó el Palacio de Justicia, que masacró magistrados y ciudadanos, y que hoy tienen en su mira a quienes combaten la narcoguerrilla.

Así, pues, Gustavo Muñoz Roa libró una batalla contra el natural escepticismo y animadversión hacia Santos. Nos dijo que Santos había hecho lo que había hecho porque debía obediencia al señor Presidente Uribe, y que cuando llegara a la Presidencia de Colombia todo iba a cambiar.

Hoy la cartera la ocupa Rodrigo Rivera quien, en principio, parecía que haría bien su papel. Aunque todavía es prematuro asegurar algo, la gestión de Rivera no pasa de discursos en el Senado. No hay acciones claras de apoyo, no hay hechos concretos de mejoramiento al sistema salarial y de pensiones. 
 
No hay fortalecimiento de la Justicia Penal Militar; y tampoco hay apoyo fáctico a los que están en manos de la narcojusticia; por los pabellones de heridos ni lo conocen.

Cada día que conozco más a los políticos prefiero a las pirañas.
 
 
Por: Ricardo Puentes Melo
        El Colombiano.com

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